En defensa de la actividad polìtica / Nuevos temas para estar en minorìa
Hay un fenómeno mundial, según el cual las grandes mayorías valoran la democracia y los sistemas más o menos republicanos, pero al mismo tiempo desprecian la política.
En nuestro país se expresa brutalmente en la consigna Que se vayan todos y en los elogios entusiastas a formas primitivas, violentas y tribales, de relacionarse con la cosa pública como los piquetes o los escraches, en tanto estos intentan reemplazar la acción de las organizaciones políticas.
Se está viendo en estos días donde el Congreso Nacional – lugar natural de representación política – es reemplazado por particulares que deliberan, gritan , empujan, hacen campamentos, hablan por televisión, se enojan y se pegan, proponen cerrar el Congreso o abrazarlo, escrachar y/o escupir al enemigo. Todo esto con el apoyo entusiasta de los medios de comunicación que ven que si logran reemplazar a las aburridas sesiones parlamentarias por el divertido espectáculo de “la gente que se expresa” los ratings y el negocio crecerán.
La mayoría de nosotros parece que no cree en sistemas de representación (ni en los políticos ni en las elecciones) y lo veremos en unos días, cuando muchos denuncien que el Congreso fue manipulado y no sirve para nada porque no estarán de acuerdo con lo que decida. Creen en su poder de ejercer alguna violencia y torcerle el brazo al enemigo, pero descreen de la política.
Esa falta de interés ciudadano por la cuestión pública termina vaciando cualquier sistema y afectando la gobernabilidad o dejando los gobiernos en manos de los peores: Ambas situaciones no debieran celebrarse. Cuando ponemos fetas de salame en las urnas y salimos a pedir que se vayan todos, podemos voltear un gobierno para que asuman Rodríguez Saá o Duhalde, pero difícilmente esto pueda ser visto como un triunfo popular.
La posición de este blog (minoritaria, como siempre) es que la política no debe ser despreciada.
Podemos - por lo menos - no tirarle piedras a los que se involucran en las cosas públicas, por el solo hecho de meterse en política. O aun mejor podemos comprometernos, buscar opciones, participar de la polis y encontrar espacios afines a nosotros, mientras tengamos la libertad de hacerlo. Porque todos los totalitarios comienzan denunciando a los políticos y cuando ellos logran que se vayan todos, suele ser tarde para arrepentirse.